Belén Fernández: «Detectar un bulo sanitario no es difícil si usamos el sentido común»
Muchos de nosotros hemos recibido alguna vez un mensaje a través de Facebook donde se muestra a un hombre mayor con sus capacidades cognitivas deterioradas del que se cuenta que está perdido en un hospital y se pide ayuda para que alguien lo reconozca y lo rescate. Las almas más bondadosas e ingenuas se ponen entonces rápidamente en marcha para ayudar al pobre hombre a encontrar a su familia y comienzan a difundir su foto entre todos sus contactos rogando, a su vez, máxima difusión. En ocasiones, la lástima que nos produce el anciano desvalido hace que el mensaje salte de una red social a otra y lo que comienza en Facebook continúa en nuestros grupos de Twitter y WhatsApp y se va extendiendo cual mancha de aceite. De pronto, aparece alguien demostrando que ese mensaje ya se difundió hace dos años y que la llamada de socorro no es más que otro bulo-trampa en el que hemos caído y a cuya propagación hemos contribuido.
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Tampoco es raro que nos lleguen mensajes en los que se nos habla de curas milagrosas, de que el tomate cura el cáncer, de que el gintonic ayuda a combatir los efectos de la alergia, que calentar los alimentos en envases de plástico produce 52 tipos de cáncer o que las vacunas producen autismo. Susana Camacho Vidal, la directora de la Asociación para la atención a la diversidad funcional y su entorno, ANENDO, cree que es posible que la coincidencia entre el momento en el que las niñas y niños son vacunados con la vacuna triple vírica, sobre los 18 meses y la aparición, a esa edad de los primeros signos del autismo es lo que haya hecho aparecer el bulo.
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Pero, ¿por qué se crean tantos bulos sanitarios? ¿Quién puede tener interés en fabricar y propagar un bulo en salud? De acuerdo con la página web Saludsinbulos, son tres los motivos principales de propagación de estos bulos: la intención de perjudicar a una tercera persona, fomentar la alarma social y ocultar la verdadera intención de una compañía de vendernos algún producto.
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En el caso de las vacunas, los bulos sanitarios que amenazan de sus tremendos y nunca demostrados efectos secundarios, están haciendo más mal que bien a la población. Padres y madres que, por el temor a que sus hijos e hijas sufran terribles consecuencias por ser vacunadas renuncian a ello poniéndolos en grave peligro. En algunos casos, en peligro mortal. Desproteger con el fin de proteger. Un contrasentido.
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En un momento en el que, debido a las redes sociales, es tan sencillo difundir un mensaje, si una persona cree a pies juntillas en una afirmación o noticia que piensa que puede poner en peligro a sus amistades y familiares, la distribuirá rápidamente entre todos sus contactos fomentando la difusión de esa información aunque sea falsa.
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Pero, ¿hay alguna forma de luchar contra los bulos? Las fuerzas de seguridad cuentan con estructuras capaces de poner fin a estas prácticas. Por ejemplo la Ertzaintza, en la Comunidad Autónoma Vasca, cuenta con un grupo especializado en delincuencia informática, ya que, no lo olvidemos, difundir falsedades puede constituir un delito informático. Pero si no se desea llegar a esos extremos y llevar a cabo una denuncia formal, cualquier persona puede contribuir a desmontar un bulo de un modo muy sencillo. Es suficiente con romper la cadena, si se sospecha que un mensaje puede ser falso, para no contribuir a su difusión.
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Algunos Colegios de Médicos hace tiempo que actúan en este sentido. El pasado septiembre, el Colegio de Médicos de Bizkaia publicó un documento de posicionamiento en el que alertaba a la población del peligro de recibir información no basada en la evidencia científica. Hace pocos días, el Colegio de Médicos de Barcelona ha tirado de personajes conocidos como la periodista Gemma Nierga, el Gran Wyoming, Gerard Piqué, Alex Corretja y Ona Carbonell para, junto con un grupo de profesionales de la medicina, animar a la población a no dejarse engañar por los bulos sanitarios. Salut Sense Trampes, ya está disponible en YouTube.
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Como dice la Dra. Belén Fernández en la entrevista que presentamos en este mismo apartado, en gran cantidad de ocasiones sería suficiente con practicar el sentido común, pero lo cierto es que la tentación de alimentar el morbo nos hace en ocasiones olvidarnos de nuestra sensatez y nos convierte en mensajeros de la mentira.